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Edición Especial

Nomenclatura histórica

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Las calles que conforman el Centro Histórico de Santa Marta fueron las primeras que surgieron en la ciudad. Cada una guarda una historia de la época y esta se refleja en los nombres que todavía conservan, aunque en la mente de muchos hayan quedado en el olvido, además de ser desconocidos para las nuevas generaciones.
OPINIÓN CARIBE, en aras de preservar la memoria histórica samaria, explica las razones de su nomenclatura.

La memoria colectiva o histórica es producto de un proceso colectivo, de la creación de un lenguaje y significación común a los miembros de una sociedad de forma tal que, cuando vuelvan al pasado, lo hagan de forma combinada, dotándose a sí mismos de un sentido compartido de ciertos eventos que, poco a poco, se van constituyendo como parte fundamental de su identidad.

Por estas razones, OPINIÓN CARIBE destaca la importancia de los letreros que indican el número y el nombre de las calles por las cuales transitan los samarios y visitantes en el Centro Histórico, quizás, desapercibidos por muchos por el afán del día a día, así como por la modernidad, que los ha acostumbrado a hablar solo de los números dejando de lado el sabor histórico y qué hay detrás de ‘Tumba Cuatro’, ‘Calle de la Acequia’, entre otras, de la mano de Armando Lacera Rúa.

Alrededor de los años 1951, 1952, se cambió el orden que tenían las calles en Santa Marta hasta ese momento. Antes, la ciudad iba desde la Avenida Santa Rita hasta la calle primera que es donde está ubicado el cerro para ir a Taganga; como hacia ese lado no se podía crecer, sino al contrario, se cambiaron los nombres y de ahí la calle 1 pasó a ser la 22, y la que en la época era la 21, hoy es la calle 5.

Partiendo de la calle 10, Calle Madrid, que recibió ese nombre en 1915 por el español marino Joaquín Ares, quien llegó a la ciudad y encontró apoyo en el samario Ulises Mazzenet que trabajaba en la Aduana, el cual le dio posada en su casa, vivió ahí por un buen tiempo e incluso, hicieron compadrazgo. Cuando Ares se comunicó con su familia y le enviaron dinero para devolverse, fue a una ebanistería para que le hicieran una tabla larga que decía Calle de Madrid- por su origen madrileño- la puso en esa calle del lado de la carrera y le dijo a Mazzenet, “para que usted se acuerde de mí, compadre”.

Luego la calle 10ª, hoy Avenida del Ferrocarril, titulada así porque era la ruta del tren que circulaba por la ciudad, ese sector cogía derecho y pasaba por el Puente del Mayor. Calle 10B nombrada Calle del Comercio, porque desde ahí hasta la calle 15 con carrera tercera, era el sitio donde se movía el comercio, quedaban los almacenes, los graneros. Calle 10C es la Calle de la Norte o Cangrejalito; la Calle 11 recibe el nombre Calle Cangrejal, ambas, porque antes, donde está hoy el malecón, esa zona no existía, era playa y cuando la marea se metía llegaba casi hasta la Avenida del Ferrocarril, se inundaba toda la ciudad, “se sentía el olor a yodo, a algas y había muchos cangrejos, sobre todo, la zona donde queda el edificio Posihueica. El frente de esas calles era pantano, allí comenzó el fútbol, porque los marinos jugaban en ese lugar”. Cuando llegaba esa época de la marea, el sector se llenaba de cangrejos grises hasta Pescaíto y lo que hoy es San Martín, hace años, este barrio se llamó Las Salinas.

Calle de la Cruz o Calle 12, porque no había anfiteatro en la ciudad, en la parte detrás de la iglesia cuando encontraban muertos como N.N – que eran poquitos- los hermanos franciscanos tenían una capilla adonde llevaban los difuntos y les ponían velas en su cruz.

En la parte de atrás de la Iglesia San Francisco está localizada la calle 13, a la que le dieron el nombre de este templo o Calle de la Iglesia Mayor. Los piratas la quemaron varias veces, el Cristo Milagroso que está ahí se salvó en dos ocasiones del incendio, hoy es considerado una reliquia.

Enfrente de la esquina de la carrera 5, a un lado, estaba ubicado el transporte para ir a la Universidad del Magdalena, de ahí se tomaba la calle 15 hasta llegar a la Avenida del Libertador, lado por el cual tenía entrada la universidad y no donde está actualmente.

La calle 14 recibe el nombre Calle de la Cárcel o del Cuartel, hoy, donde está ubicada la Alcaldía Distrital, funcionó la cárcel de la ciudad, donde estuvo preso el general Antonio Nariño; también en la carrera primera, siguiendo lo que es el Parque ‘Simón Bolívar’, donde estaba el antiguo paradero de buses, se encontraba el Cuartel que funcionó hasta el año 58.

En la zona que hoy es la carrera 8 con la calle 17B, que es un callejón, en la esquina quedaba una caja de agua, era una gran estructura de ladrillo, donde los españoles en 1800 almacenaban el agua que era traída del río Manzanares, esa agua corría por la carrera 8 y llegaba hasta la esquina de la calle 15, tomaba esa calle hasta la Plaza Bolívar donde había una fuente en los siglos XVII, XVIII y XIX, los servidores de los que vivían en el centro cogían el agua de ahí, por eso la calle 15 recibió el nombre Calle de la Acequia.

Cerca al Palacio Tayrona, lugar en el que funciona la Gobernación del Magdalena, estaba ubicado el Templo Santo Domingo que lo destruyó un terremoto, debido a eso le pusieron el nombre Calle Santo Domingo a la calle 16. El nombre de la Calle Grande es un nombre burlesco, porque la calle 17 es la menos ancha del Centro Histórico, los españoles la bautizaron Calle del Real.

La Calle del Pozo o Calle de Madrid, corresponde a la calle 18, porque el hilo del río Manzanares formaba una laguna en el Parque de los Novios, seguía derecho por la carrera 3 y en la esquina de la 18 había un gran pozo de agua, pero los españoles le pusieron el nombre administrativo Calle de Madrid. Tumba Cuatro, aunque es confuso el origen de este nombre dado a la calle 19, se dice que en la cercanía con el mercado en esa zona se hacían apuestas y carreras a caballos y al parecer, atracaron a más de cuatro.

En honor a San Antonio se bautizó la Calle 20, la calle 21 Burechito, recibió esta denominación porque donde hoy es Bureche había una hacienda de la que sacaban las vacas y las llevaban a la calle 21 para sacrificar para el consumo, según cuentan los antiguos moradores. Y la calle 22, exalta el nombre de Santa Rita.

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